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COBIN Y EL BOSQUE DEL MISTERIO PARTE 1

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     Cóbin nunca antes había llorado en su vida. Su padre Nícepo, suele decir que llorar no es cosa de varones, sino que es exclusivamente cuestión de niñas. Sin embargo, hoy es un día diferente para Cobin y no pudo abstenerse. Sus lágrimas le empañan los ojos, y su llanto es la señal más clara de que existe un gran dolor en su alma.          

 
-“Tranquilo muchacho no llore, eso no es de valientes,” dijo Nícepo mientras palmeaba los hombros de su único hijo. Cóbin no es un joven débil. A sus 15 años es lo suficientemente fuerte como para llorar por su madre.


            Hace solo una hora todo parecía un poco más que distinto. Cobin había estado alegre toda la mañana porque apenas regresaba su padre del pueblo, él podría ir a visitar a su amiga Sara. La cuestión es que hoy es domingo, único día en la semana que Nícepo permite a Cóbin salir a divertirse al poblado.

            Nícepo regresó del pueblo, sí, pero con la noticia más espantosa que jamás había tenido que hacerle saber a alguien. La madre de Cóbin ha fallecido. Karina, como se llamaba, siempre solía escuchar con atención el chisme espontáneo de su hijo acerca de los acontecimientos que el día le había reparado. Ella siempre estaba allí, en las buenas y las malas. Hoy, como lo hacía cada domingo, Karina se había ido a la feria del pueblo, donde vendía manualidades hechas con objetos recolectados en el bosque.

 
            -“Toma un vaso de agua, muchacho,” susurró Nícepo con su típico y simple vocabulario.

Él no es un hombre de muchas palabras, en realidad no se complica mucho por lo que tiene que decir. Muy poco comunica con vocablos lo bueno que siente por los demás. Sus ojos, sin embargo, son dos puertas que dirigen a su sentir; puertas con miles de acertijos que solo Cóbin y Karina podrían en ocasiones descifrar. Hoy, Cóbin mirando a su padre a los ojos, tiene acceso a esas brillantes puertas, mismas que le sugieren recibir el vaso de agua y que a su vez lo abrace fuertemente.
 Cóbin tomó el vaso con agua y se lo bebió rápidamente, como si estuviese sediento. Pero el no siente sed física, sino sed de explicaciones concretas de lo que había pasado con su madre; solo que el estaba muy herido como para dirigir palabra alguna. Con respecto al abrazo, este nunca sucedió. Tal parece que Cóbin  no está confiando en su padre.

            Ha caído la noche. La pequeña casa que abriga a Nícepo y a Cóbin parece más bien una cabaña. Nícepo la había heredado hace varios años de sus padres. La casita tiene dos cuartos, un sanitario y una cocina que a la vez funciona como sala. Una chimenea sobresale del techo cubierto cubierto con paja y madera, liberando un humo que se mezcla con la suave llovizna, inclusive desde antes de que la oscura noche empezara a caer.

El cuarto de Cóbin tiene una pequeña ventana de madera, una cama muy humilde y por supuesto un armario de ropa, el cual se divide en dos estantes. El primero contiene la ropa de semana; es decir la de trabajo. El segundo está reservado para los trapitos de dominguear, que están menos rotos y viejos. El piso es de madera; y a pesar de que se encuentra en el cuarto de un adolescente, luce bien cuidado y limpio.
       Aquí no existen vecinos, excepto por los curiosos animales típicos de un bosque tropical nuboso que son abundantes en esta colina. La neblina, acompañada del chiflido del viento y de las intermitentes lloviznas, hacen de este sitio un lugar mágico y misterioso, en el que Cobín ha crecido.

            A estas alturas de la noche, Cóbin se encuentra acostado en su cama, con mirada fija  hacia la ventana, trayendo probablemente centenas de recuerdos de su madre.

Las luces están apagadas, pero gracias a las rendijas del cuarto, Cóbin logra ver como con cierta frecuencia, las luciérnagas iluminan la lluviosa noche. El aullido de un coyote rompe el silencio que había solo sido perturbado por la llovizna, los grillos y los chasquidos de las ramas en los altos árboles debido al viento. Con la ayuda de la serenata que regalan los grillos, Cóbin se ha quedado dormido. Mañana seguirá laborando en el campo con su padre, y el domingo saldrá en búsqueda de su amiga Sara para juntos encontrarse con la aventura de sus vidas. Es así como en medio de la noche y la extraña pérdida de un ser querido, se inicia la fantástica  historia de Cóbin y el bosque del misterio.
 ¿Qué propino la muerte de la madre de Cobin?

¿ Porqué su padre no dice nada al respecto?


Te gustaría saber cuál es la aventura que les espera a Cobin y a Sara?

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Muchas preguntas que serán despejadas, quizás, en las siguientes entregas de "COBIN Y EL BOSQUE DEL MISTERIO".
PARTE #2 ( Junio 29)-


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    Hola!
    Mi nombre es Alexis Mora Carranza.
    Vivo en San Isidro, P.Z., Costa Rica.
    Estudio en la Universidad Nacional de Costa Rica.
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    He abierto este  blog  con la intención de compartir con usted mis pensamientos y reacciones ante las diferentes situaciones de la vida . No  soy un escritor profesional, solo soy aquel que siente la pasión por escribir. Espero que les guste lo que escribo y por favor dejen sus comentarios.

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